La red de centros Fe-Cultura-Justicia de la Compañía de Jesús, ha puesto en marcha durante el curso 2020-2021 pequeños grupos de reflexión en varias ciudades de España.
Con ellos se pretende profundizar desde una perspectiva creyente en cuestiones sociales clave de nuestro día a día.
El objetivo no es encontrar una voz única que de respuestas sino generar espacios de encuentro.
Todos los grupos han partido de una temática común: el mundo que viene después de la COVID-19, y todos le han conferido sus acentos específicos
Hacia un futuro esperanzador La esperanza es personal, pero es también comunitaria. La esperanza se fundamenta en perspectivas materiales, pero también en un sentido trascendente de la vida. La esperanza se encuentra ya en el presente, pero se proyecta hacia el futuro.
El 500 aniversario de la herida de San Ignacio ha venido a coincidir con el impacto de la pandemia. Parece un buen momento para promover una reflexión en profundidad sobre nuestra sociedad que siga el camino experimentado por Ignacio de Loyola. Un camino que comience con la aceptación de la herida, que aproveche el obligado parón para diagnosticar la enfermedad, es decir, para reflexionar sobre los males de fondo que delata la herida, y que concluya con un proyecto de transformación personal e institucional, que sea a la vez alimento para transformar nuestro mundo y nuestra Iglesia.
La pandemia de la COVID supone un hito único en nuestra historia reciente. Una experiencia de alcance global, con impactos diferenciados, que ha generado mucho sufrimiento y cuyos efectos nos acompañarán en los próximos años. Esta crisis inédita ha desvelado y acrecentado los efectos perversos de algunas dinámicas económicas, políticas y sociales que ya existían y ha puesto en valor otras que ofrecen oportunidades para promover el cuidado de la vida.
Nos encontramos a las puertas de lograr que una parte de la humanidad se inmunice ante este virus y corremos el riesgo de dejarnos llevar por el deseo de pasar página rápidamente para olvidar este mal sueño. Esto sería, en nuestra opinión, un gran error. La COVID ha puesto en cuestión el paradigma de la autosuficiencia sobre el que se asentaba nuestra civilización y ha mostrado las grandes limitaciones que tiene nuestro sistema económico para garantizar los derechos básicos de todas las personas, especialmente de aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Los costos humanos y económicos de esta pandemia nos exigen trabajar personal, comunitaria e institucionalmente para contribuir al cambio que permita revertir las lógicas actuales que, como ha quedado patente, se asientan en visiones del ser humano falaces y nos abocan como humanidad a un futuro insostenible.
Proponemos un recorrido, del sufrimiento experimentado al reconocimiento de las enfermedades presentes en nosotros y nuestro cuerpo social, a la evidencia de aquello que necesita ser cambiado y a la lectura creyente (y las preguntas que esta lectura nos lanza) para mirar hacia el futuro. Son 10 aprendizajes, 10 palabras clave que marcan este tiempo y que deberíamos trabajar y examinar, de forma personal y comunitaria, para que todo lo que hemos vivido este último año y medio no sea en vano.