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MARINA GARCÉS EN EL CICLO ARANGUREN

La profesora de filosofía de la Universidad de Zaragoza Marina Garcés ha inaugurado el ciclo de tres conferencias (días 23, 24 y 25 de octubre) que integran el Ciclo Aranguren de Pensamiento con el que el Centro Pignatelli acostumbra a abrir cada curso, y que este año lleva por título UN MUNDO COMÚN. LÍMITES Y DESAFÍOS. Un mundo global no es un mundo común, explicaba la profesora Garcés.  El siglo XX acabó con una promesa de unificación de la humanidad en el mercado planetario, sus pistas de circulación y sus redes de comunicación. Había caído el muro en 1989, y con él se diluía la bipolaridad, se borraban las ideologías, caducaba la idea de revolución y la historia llegaba a su fin. Este relato celebratorio y autocomplaciente del capitalismo global dejaba sus propias sombras fuera de foco.  Y estas sombras hoy nos han estallado en la cara.

   Por un lado, la guerra, que no solo no se había acabado sino que estaba a punto de recrudecerse bajo el rostro del terrorismo global  y de la desigualdad extrema. Por otro, las catástrofes ambientales, que marcarían la pauta de los tiempos por venir.

   Ahora, estas sombras han oscurecido el futuro y no sabemos cómo mirar hacia adelante. El porvenir compartido con los otros, con el conjunto de la humanidad y de los seres del planeta, carece de un imaginario de futuro que impulse una acción capaz de  revertir el impulso destructor del capitalismo actual. No se trata de salvarse cada uno por sí mismo, sino de apostar por una vida vivible, por un mundo habitable.

   Tres dimensiones básicas en la búsqueda  de un mundo común. La primera se refiere a la pregunta por el “nosotros”. Cómo compartir esas vidas individualizadas con la apertura al “nosotros”. La segunda alude al pensamiento crítico, que no ha de quedarse en mera ideología enjuiciadora, colocándonos fuera del mundo real. Ser críticos involucrándonos en la realidad que criticamos. Somos vidas comprometidas con esa realidad vulnerable. Y por fin, cómo desarrollarnos desde la conciencia de ser algo en una continuidad de seres inacabados.

   Reaprender a ver el mundo como un mundo común. Para ello invocamos más educación, y, cuanto más la invocamos, menos sabemos qué hacer con ella. ¿Sabemos abordar los problemas de la educación hoy? La cuestión es que sabemos mucho, tenemos abundantes herramientas para acceder al conocimiento, y a la vez, paradójicamente, hacemos muy poco. Estamos abrumados de conocimientos e impotentes para actuar. Necesidad de situarnos en esa desproporción entre lo que sabemos y lo que podemos hacer para encontrar vías de salida. La educación, como experiencia fundamental por la que aprendemos juntos a ver el mundo de otra manera, está en el centro de la pregunta por un mundo común deseable.

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